El Blog del Aula para la Difusión de la Cultura del Vino es un espacio abierto, independiente y plural, lugar de encuentro que sirva para aumentar el disfrute de los sentidos frente al vino, ampliando nuestros conocimientos, y construyendo nuevas opiniones.
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jueves, 26 de agosto de 2010

CATA DE COPAS


Hablábamos hace poco de la importancia de las copas de vino a la hora de conseguir percibir el vino en las mejores condiciones posibles. Hablábamos de la importancia que suponía elegir con criterio las copas,dependiendo de los vinos que se iban a servir, blancos jóvenes, blancos fermentados en barricas, tintos de crianza.., cada vino requería una copa y debíamos encontrar la copa para cada vino.

Con esa filosofía como punto de partida,se reunió el comité de cata del Aula del Vino con la intención de catar un vino en diferentes copas y así descubrir si la copa era tan importante, o no, a la hora de disfrutar de el.

Elegí un vino que auna en torno a si criticas favorables y que suele estar en la mente de la mayoría de los aficionados, como uno de los más golosos vinos de España. Además apostamos por una añada que hubiera tenido suficiente crianza en botella, para aumentar su paleta olfativa y su caracter en boca. Alion 2000 fue el vino elegido, y las copas fueron seis de diferentes formas y tamaños, todas ellas destinadas al disfrute del vino tinto.

Riedel shyra, Spiegelau Borgoña, Schott Viña Burdeos, Zwiesel, Schott Cru Burdeos y Bormioli estaban encima de la mesa.

En principio no debería haber demasiada diferencia entre ellas, puesto que todas eran buenas copas y sus diferencias no parecían demasiado apreciables.
Pues no fue así.


Las diferencias en las percepciones fueron clarísimas, la copa de borgoña con un corazón grande y una boca grande, nos ofrecía un vino algo plano, sus olores se difuminaban en la nariz y no era capaz de concentrar los aromas hacia ella, el vino se hacia más pobre de lo que era.
La schott Viña Burdeos y la Zwiesel, de corazon medio y boca pequeña, mostrando un buen caracter olfativo acentuaban las notas alcohólicas, sin saber porqué se tornaba en un vino algo rústico, alejándolo de su fineza habitual.

El mejor maridaje entre copa y vino lo aportó la Riedel Shyra, de corazon grande y boca media, en ella el vino se encontró a gusto y desplegó unos aromas a fruta roja compotada, perfumes balsámicos a chocolate mentolado, evocadores recuerdos de tabaco de pipa y golosos apuntes de arándanos. Aromas claros y bien marcados.

Acertar con la copa supuso disfrutar el doble del vino.

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